Escrito por Antonio Luque / OPINION
lunes, 20 de abril de 2009
Unos de los pocos lugares donde el conflicto Palestino-Israelí no ha logrado destruir los lazos de amistad y respeto mutuo entre miembros de las dos comunidades que comparten Tierra Santa son las logias masónicas. El génesis de este ejemplo de confraternidad humana lo tenemos en los mismos orígenes de la Masonería Especulativa, cuyos comienzos históricos datan del año 1717, con la fundación de la primera Gran Logia en Londres.
Poco después de su fundación, se le encargó al pastor protestante James Anderson que recopilara los antiguos manuscritos de las cofradías masónicas medievales para redactar los principios según los cuales se regirían los masones en el futuro. Así se gestó el conocido Libro de Constituciones de la masonería inglesa, publicado en 1723, piedra fundamental de la masonería mundial.
En la página 50 de estas Constituciones aparecen las antiguas obligaciones del masón, "extractadas de los antiguos registros de las logias de ultramar y aquellas de Inglaterra, Escocia e Irlanda, para el uso de las Logias de Londres" cuyo primer artículo es el siguiente:
I. Concerniente a Dios y la RELIGIÓN
Un masón está obligado por su condición a obedecer la ley moral y si entiende correctamente el Arte, no será nunca un estúpido ateo ni un libertino irreligioso. Pero si bien en tiempos pasados los Masones estaban obligados en cada país a tener la religión de aquel país o nación, cualquiera que fuese, hoy en cambio se considera más conveniente obligarlo sólo a aquella religión en la cual todos los hombres están de acuerdo, dejándolo a su criterio personal; o sea, ser un hombre bueno y sincero, hombre de honor y honestidad, cualquiera que sea la denominación o creencia que lo distingue; por lo cual la Masonería se convierte en el Centro de Unión y el medio de formar una sincera amistad entre personas que de otro modo permanecerían para siempre distantes.
Esta es una declaración clara y terminante del hecho que el primer principio fundamental de la Masonería es la tolerancia respecto al credo religioso y que el único requisito para ser admitido en la Masonería es ser una persona honorable y honesta, de modo que la Masonería pueda ser un "centro de unión" y el medio de establecer una verdadera amistad entre personas que de otro modo quedarían siempre distantes una de la otra.
Unos de los pocos lugares donde el conflicto Palestino-Israelí no ha logrado destruir los lazos de amistad y respeto mutuo entre miembros de las dos comunidades que comparten Tierra Santa son las logias masónicas. El génesis de este ejemplo de confraternidad humana lo tenemos en los mismos orígenes de la Masonería Especulativa, cuyos comienzos históricos datan del año 1717, con la fundación de la primera Gran Logia en Londres.
Aunque sea probable que la tolerancia religiosa que tenía en mente el Reverendo Anderson fuese sólo aquella destinada a suavizar las relaciones entre Católicos y Protestantes, su aplicación total en algunas logias londinenses se puede deducir de la presencia de judíos en logias masónicas ya en 1716 y probablemente antes.
La universalidad de la Masonería atraía a muchos judíos, que la consideraban una vía para ser aceptados en la sociedad inglesa, que en aquel tiempo todavía imponía restricciones al ingreso de no-cristianos en diversos círculos.
También hombres que profesaban otras religiones fueron atraídos a la Masonería. Los musulmanes, por ejemplo, ingresaron entusiastamente a las logias en Egipto, donde la Orden prosperó y atrajo los más altos círculos de la sociedad egipcia, al punto de llegar a tener cerca de 600 logias a principios del siglo XX. Al igual que en Inglaterra, la familia real egipcia tomó parte en la Masonería y le prestó apoyo y prestigio. Lamentablemente, la revolución de 1952, cuando la familia real fue expulsada y tomaron el poder los militares, condujo a la declinación de la Masonería, hasta ser finalmente disuelta y prohibida por Gamal Abdel Nasser en 1967. En algunos otros países musulmanes, sin embargo, la Masonería logró echar raíces, como en Turquía, donde funciona sin trabas y sus miembros tienen activa participación en la vida pública. En Irán también floreció la orden masónica hasta la revolución de los Ayatulas en 1979, cuando la Masonería fue prohibida. En la India, un país donde cohabitan múltiples religiones, la Logia se transformó en oasis de tolerancia y unidad.
Llegando al argumento central de este trabajo, el encuentro y la interacción de Masones árabes y judíos en Tierra Santa, nuestra historia debe comenzar solo a mediados del siglo XIX, ya que todo lo que sea anterior a dicha época no pasa de ser leyenda y fantasía.
La primera ceremonia masónica registrada en Tierra santa fue la reunión organizada por Robert Morris en la Caverna de Sedecías – o Cantera del Rey Salomón – una profunda caverna bajo la ciudad vieja de Jerusalén utilizada como cantera durante siglos. Morris era norteamericano, ex Gran Maestro de Kentucky, que había venido al Medio Oriente para buscar reliquias masónicas de la antigüedad. No encontró lo que buscaba, pero sí descubrió un pequeño grupo de Masones en Jaffa y Jerusalén. Morris los juntó, aprovechó que en la bahía de Jaffa se encontraba un barco de la marina británica, varios de cuyos oficiales eran masones, y después de algunos ensayos en el Hotel Mediterráneo de Jerusalén, el 13 de mayo de 1868 condujo a todo el grupo a la caverna de Sedecías y allí constituyó lo que con gran pompa proclamó ser una Logia Provisoria, llamada Reclamation Lodge, o sea Logia Recuperación, significando así que la Masonería recuperaba su presencia en su lugar de origen. Entre los participantes en esa ceremonia se encontraban cuatro masones cristianos norteamericanos de Jaffa (pertenecientes a una secta derivada de los Mormones), el gobernador turco de Jaffa, el Cónsul de Prusia, el Cónsul de Estados Unidos en Jerusalén, y el Capitán y arqueólogo Charles Warren, quien más tarde sería el primer Venerable Maestro de la famosa Logia de Investigación Quatuor Coronati. Ya en esta primera ceremonia masónica en Tierra Santa, los participantes incluían cristianos de diversas denominaciones, y un musulmán. La primera logia verdadera establecida en Palestina fue también obra de Robert Morris.
Después de varios infructuosos intentos de conseguir una patente de una Gran Logia estadounidense, convenció finalmente a un amigo personal, William Mercer, quien había sido elegido Gran Maestro de la Gran Logia de Ontario en Canadá, para extender una patente para fundar una Logia que trabajase en Jerusalén y alrededores. La carta patente fue emitida el 17 de febrero de 1873 y la Royal Solomon Mother Lodge N° 293 fue formalmente consagrada el 7 de mayo.
Los que firmaron la petición para el otorgamiento de la Patente fueron Robert Morris, John Sheville, Rolla Floyd, Richard Beardsley, Charles Netter, Peter Bergheim y catorce otros masones que no vivían en Palestina, y que fueron agregados por Morris para completar el número de peticionarios. Morris, Sheville, Floyd, Beardsley y Bergheim eran cristianos, mientras que Netter era judío.
Charles Netter (1826-1882) fue uno de los fundadores en 1860 de la Alliance Israelite Universelle, la sociedad francesa constituida para defender los derechos de los judíos y promover la educación hebrea en el Medio Oriente; a Netter se le confió la misión de establecer la primera escuela agrícola en Tierra Santa, Mikve Israel, y fue su primer director. Dicha escuela existe hasta hoy.
El primer candidato que pidió ingresar a la logia – ya en su primera tenida (nombre que le dan los masones a sus reuniones en logia) – fue Moses Hornstein, un judío de Odessa que aparentemente se había convertido al cristianismo. Ansiosos de incrementar su número, los hermanos votaron su ingreso y lo iniciaron inmediatamente, y en dos días lo ascendieron al grado de Maestro Masón, en un procedimiento poco usual por la velocidad.
Otro miembro de la logia era un árabe cristiano de origen libanés, Alexander Howard, cuyo verdadero nombre era Iskánder Awad. Este era un sujeto pintoresco, agente local de la empresa Thomas Cook de Inglaterra, que comenzaba entonces a organizar las giras de turismo a Tierra Santa. Howard organizaba la caravana de turistas, contrataba los camellos, las mulas y los arrieros, portadores, cocineros, sirvientes, las carpas donde pernoctar, en fin todo lo que necesitaban los turistas europeos. Howard trabajó tan bien que pronto quedó a cargo de las giras de Cook en todo el Medio Oriente. Esto le produjo tales utilidades que no sólo estableció hoteles en Jaffa, Jerusalen y Latrún, sino que en Jaffa fue de los primeros constructores de casas fuera de los muros de la ciudad. Una calle entera era de su propiedad, y hasta hoy se pueden ver los letreros en las esquinas de la calle Yefet que dicen Rue Howard en una equina y Howard Street en la otra. Su casa, a mitad de la cuadra, tiene una imponente decoración de mármol sobre la entrada, en forma de cortinaje, con la leyenda Shalom al Israel (La paz sea Sobre Israel).
Su casa funcionó como templo masónico y las buenas relaciones existentes en ese entonces entre las comunidades judía y cristiana en Tierra Santa lo demuestra el hecho que Howard facilitó su residencia para que funcionaran las oficinas del Comité Central de la Hovevei Zion, la primera organización sionista que promovía el retorno de los judíos de la diáspora, y así su casa fue el punto de encuentro de los judíos que llegaban a Jaffa a fines del siglo XIX y comienzos del XX.
Howard tomó como su ayudante a otro fundador de la logia, el estadounidense Rolla Floyd, quien estableció el primer servicio de diligencias entre Jaffa y Jerusalén. Su "diligencia" en realidad no era más que un carro tirado por un caballo. Otro hermano de la logia era Joseph Amzalak, iniciado el 29 de enero de 1884. Joseph Amzalak pertenecía a una acaudalada familia sefardita. Había nacido en la colonia británica de Gibraltar y en 1824 estableció residencia en Jerusalén, donde se dice que era el hombre más rico de la ciudad. Allí construyó una hermosa casa vecina a la puerta de Jaffa. Alrededor de 1860 su casa fue entregada en alquiler, la planta baja para tiendas, y los pisos superiores fueron tomados por Moses Hornstein para abrir el Hotel Mediterráneo, donde se alojó Robert Morris, y también Charles Warren e incluso Mark Twain y su grupo de turistas cuando visitaron Tierra Santa en 1867. El edificio sigue en pie, y sigue siendo usado como hotel, ahora con el nombre de Hotel Petra.
La logia Royal Solomon tuvo una existencia precaria por la falta de experiencia de los hermanos y la logia desapareció después de pocos años. Un grupo de sus miembros, sin embargo, querían continuar y le pidieron carta patente al Gran Oriente de la Orden Misraim, que en esa época estaba activa en Egipto. Alrededor de 1890 se constituyó así la logia El Puerto del Templo de Salomón. La logia admitía tanto árabes como judíos, y tuvo una época de oro cuando llegó un grupo de ingenieros franceses a construir el ferrocarril de Jaffa a Jerusalén; muchos de los franceses eran Masones que se incorporaron a la logia. Después que partieron, sin embargo, la logia declinó hasta finalmente desaparecer.
Los hermanos que quedaban nuevamente se encontraron ante la necesidad de encontrar un nuevo hogar, y así en febrero de 1906 se reunió un grupo y decidieron fundar una nueva logia con el nombre de Barkaí (la Aurora).
Uno de los miembros de la logia era Maurice Schönberg, un relojero judío, que había instalado los cuatro relojes en la torre de Jaffa, que existe hasta hoy. Dos relojes marcaban la hora normal, y los otros dos la hora musulmana, que comienza con la puesta del sol.
Schönberg, cuyo trabajo le llevaba a menudo a París, tomó contacto con el Gran Oriente de Francia. El 13 de marzo de 1906 fue presentada la petición formal de patente al Gran Oriente, firmada por doce hermanos, uno de ellos un árabe cristiano, Alexander Fiani –propuesto para ser el primer Venerable Maestro de la logia– y los demás judíos. Sin embargo, el primer masón afiliado a la flamante logia fue un cristiano de origen libanés, César Araktingi, comerciante, dragomán y Vicecónsul de Gran Bretaña, nacido en Jaffa.
Como se puede ver, la multiplicidad de religiones y grupos étnicos ya estaba establecida. La logia Barkai reclutó activamente nuevos miembros. Hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914), fueron iniciados más de 100 nuevos miembros, la mayoría árabes y turcos, pero con un buen número de judíos y algunos armenios. La Logia se reunía en Jaffa, en el N° 1 de la calle Howard que ya he mencio nado. Como la mayoría de los hermanos no hablaba francés, las reuniones se realizaban en árabe, y sólo los protocolos se escribían en francés para ser enviados al Gran Oriente.
Araktingi pronto reemplazó a Fiani como Maestro de la Logia y continuó desempeñando este puesto hasta 1929, es decir, por 23 años, un caso inusitado, ya que la tradición prescribe que anualmente se elige el Venerable de cada logia.
La feliz situación de pacífica convivencia entre las diversas comunidades de Palestina fue rota durante la Gran Guerra de 1914 a 1919. El desmembramiento del Imperio Otomano resultó en la creación de varios países árabes independientes, pero bajo la tutela de las dos grandes potencias que se dividieron sus zonas de influencia en el Medio Oriente: Francia e Inglaterra. La Palestina, que entonces abarcaba ambos lados del Jordán, incluyendo la actual Jordania, Israel y los territorios en disputa de la Cisjordania, fue entregada en administración a Inglaterra, que recibió el mandato de la Sociedad de las Naciones para gobernar el país.
La Logia tuvo que suspender sus trabajos durante la guerra, pues muchos de los hermanos fueron exiliados por el gobierno otomano. Terminado el conflicto, y estando el país bajo control de los ingleses, la logia reinició sus labores, pero tuvo que cerrarlas nuevamente en 1921, cuando comenzaron disturbios contra la población judía. Sólo en 1925 la Logia comenzó nuevamente a reunirse, ahora en Tel Aviv, y compuesta casi exclusivamente de judíos. Los hermanos árabes prefirieron ingresar a las logias establecidas en el país por la Gran Logia de Egipto, en las cuales, hay que subrayar, también se contaban numerosos hermanos judíos de habla árabe.
En 1932 la masonería egipcia sufrió una grave crisis, que terminó con la creación de dos grandes logias rivales. Las logias locales dependientes de Egipto decidieron entonces independizarse, formando la Gran Logia Nacional de Palestina. La mayoría de los hermanos eran judíos, pero su carácter no sectario lo demuestra el hecho que la ceremonia de fundación de la Gran Logia fue dirigida por Fuad Bey Hussein, Gran Maestro de la Gran Logia de Egipto. El Hermano Shuqri Houri, árabe también él, fue electo como primer Gran Maestro.
Las logias de habla inglesa, bajo las jurisdicciones de las Grandes Logias de Inglaterra y Escocia, rehusaron incorporarse a la nueva Gran Logia y continuaron operando bajo sus jurisdicciones originales, mientras que las cinco logias de habla alemana se constituyeron en una Gran Logia Simbólica de Alemania en Exilio. En Alemania, como sabemos, la masonería había sido clausurada por los Nazis y muchos masones fueron enviados a los campos de concentración.
Pese a las problemáticas relaciones entre las comunidades árabe y judía, la Gran Logia Nacional de Palestina realizó constantes esfuerzos por atraer candidatos de todas las comunidades: judía, cristiana, musulmana, armenia y drusa. En efecto, se fundaron varias logias cuyas reuniones se realizaban en árabe, compuestas casi exclusivamente por árabes: la logia Nur El-Hichmah ("La Luz de la Sabiduría") y logia Jerusalén, ambas en la Ciudad Santa, Khoresh en Amán, y Galilea en Nazaret.
Sólo con la creación de la Gran Logia del Estado de Israel, en 1953, la Masonería en Tierra Santa pudo unirse finalmente bajo el mismo techo. Todas las logias de la Gran Logia Nacional Palestina se integraron a la nueva Gran Logia, y lo mismo hicieron las logias de habla inglesa y alemana. Las treinta logias que funcionaban en aquel tiempo estaban divididas lingüísticamente del siguiente modo:19 logias trabajaban en hebreo, 5 en alemán, 4 en inglés y una cada uno en rumano y árabe.
La logia Nur El-Hichmah que se reunía en la ciudad vieja de Jerusalén, quedó en la zona ocupada por Jordania desde 1948. La logia Khoresh se encontraba en Amán, Jordania, y sólo la Logia Galilea seguía trabajando en árabe, en la ciudad de Nazaret. Había sido fundada en 1950 con hermanos tanto musulmanes como cristianos, con una mayoría de éstos, en una ciudad con tan profundo significado para la Cristiandad.
En 1954, al año siguiente de la fundación de la Gran Logia de Israel, se fundó en el puerto de Acre - la antigua fortaleza de los cruzados - una segunda logia de lengua árabe, Acco N° 36.
Una tercera logia árabe fue fundada en Kfar Yassif, en la Galilea Occidental: la Logia Hidar, con numerosos hermanos drusos, y en 1959 se fundó en Tel Aviv la Logia Al- Salaam (Paz), compuesta tanto por árabes como judíos.
En 1968 se fundó en Haifa, una ciudad que siempre tuvo una composición étnica mixta, la Logia Na'amán, que trabaja en hebreo pero tiene una composición de árabes y judíos. De los 32 Venerables Maestros de la logia entre su fundación y 2003, diecinueve –o sea la mayoría– han sido árabes.
En 1974, un año después de la guerra de Yom Kippur, se fundó en Jerusalén la logia Ha-Lapid, de habla árabe, que integra hermanos árabes y judíos. Su primer Venerable Maestro fue un judío: David Greenberg.
Finalmente, en 1983 fue fundada en Nazaret la Logia Nazareth, que trabaja en árabe, con hermanos musulmanes y cristianos.
El carácter universal de la Gran Logia de Israel está simbolizado por su escudo, con la estrella de David, la cruz y la luna creciente enmarcados dentro de la escuadra y el compás. En los templos masónicos de Israel están abiertos tres libros sagrados: la Biblia, el Tanaj (Antiguo Testamento en hebreo) y el Corán. La oficialidad de la Gran Logia incluye tres Grandes Capellanes, de las tres religiones monoteístas y con el mismo rango. La oficialidad de la Gran Logia siempre ha incluido hermanos árabes. En 1981 fue elegido como Gran Maestro el abogado árabe de Haifa, Jamil Shalhoub, y al año siguiente fue reelegido por un segundo período.
Ahora voy a relatar asuntos que conciernen a la logia La Fraternidad en particular, y que tienen relación directa con el tema que nos ocupa. Esta logia –la primera logia israelí en español- tiene la tradición de reunir a los hermanos con sus familias en un fin de semana en algún hotel de veraneo, para estrechar los lazos de fraternidad y escuchar algunas conferencias sobre temas diversos. En el año 1993 esta actividad se realizó en un hotel de la ciudad de Nazaret. Para la cena y fiesta de despedida un ex Maestro de la logia, el Dr. Juan Goldwaser, tuvo una inspiración, ¿por qué no invitar a los hermanos árabes de la logia local? Dicho y hecho, se puso en contacto con el Maestro de la Logia Nazaret, y en su justo tiempo llegó al hotel una veintena de hermanos árabes con sus esposas y portando grandes fuentes con pastelitos de su especialidad.
Se pasó de manera tan agradable la velada, que se decidió continuar los contactos. Así el 2 de octubre de ese mismo año nos repartimos cinco hermanos, y cada uno recibió en su casa un grupo de seis parejas de los hermanos árabes. Luego, el Dr. Goldwaser comenzó invitando a su casa un gran grupo de hermanos de ambas logias con sus esposas, y seguimos con las reuniones, realizamos fiestas en conjunto, reuniones de logia, los hermanos de Nazaret también abrieron sus hogares y se creó una hermosa convivencia, pese a los problemas políticos y los frecuentes actos terroristas de todos conocidos. ¿Qué mejor demostración puede haber, que practicando la tolerancia y la fraternidad es posible sobreponerse a las diferencias políticas y religiosas?
En 1995, la Gran Logia y el Supremo Consejo de Argentina decidieron crear conjuntamente una Academia de Paz Masónica, con el preciso objetivo de conferir un Premio Masónico de la Paz a las personas y organizaciones – no sólo masónicas – que se distinguieran por su trabajo en pro de la paz, la tolerancia y la convivencia de todos los hombres.
Fui invitado a someter nombres de candidatos merecedores de recibir este premio, y propuse entonces a dos: el Dr. Juan Goldwaser, cuyas actividades ya mencioné, y Joseph E. Salem, quien entonces presidía el Grado 33 de Israel, originario de Irak, cuyo dominio del idioma árabe le permitía promover el entendimiento entre árabes y judíos.
Mis dos propuestas fueron aceptadas, y Goldwaser viajó a Buenos Aires a recibir su premio, consistente en una medalla y un diploma. Dos años después, la Masonería Argentina nuevamente decidió otorgar el Premio Masónico de la Paz, y me pidieron otra vez proponer nombres. Esta vez propuse dos hermanos árabes: Samir Víctor Farrán de Nazaret, Católico Romano, y Elías Mansour de Haifa, Griego-Ortodoxo, y miembro activo del Supremo Consejo de Israel. Ambos habían demostrado ser fervientes promotores de la amistad entre árabes y judíos.
Mis propuestas fueron nuevamente aceptadas, y Samir Farrán viajó a Buenos Aires a recibir su premio, acompañado por el Dr. Goldwaser. La presencia de ambos en la capital bonaerense dio pruebas de la verdadera fraternidad reinante entre nuestras dos logias.
Lamentablemente, esta hermosa iniciativa de la Masonería Argentina no tuvo continuación, y el premio a la Paz se otorgó sólo esas dos veces.
Hace un par de años atrás, el Hno. Farrán, con un grupo de hermanos de Nazaret, y con el apoyo de nuestra logia, ente otras, reabrió las puertas de la logia Galilea No. 31 de Nazaret, que se había cerrado. En reconocimiento por nuestra labor en favor de esta logia árabe, el Hno. Goldwaser y quien escribe fuimos agraciados con el título de Venerable Maestro ad-Vitam de la Logia Galilea 31, en una tenida festiva en la ciudad de Nazaret.
Dos masones judíos recibieron el homenaje de una logia de masones árabes durante el triste período de la Intifada.
Que me perdone el lector por haber empleado mis propias experiencias como ejemplo, pero creo que el mensaje que se traduce de mi trabajo es importante, hoy quizás más que en el pasado. Hoy, cuando las fuerzas del fanatismo y la intolerancia cometen crímenes inhumanos y cobran víctimas inocentes día a día y en todo el mundo, amenazando los fundamentos de la civilización, es de suma importancia reflexionar sobre el valor de la Masonería, de nuestro credo de justicia, tolerancia, benevolencia y fraternidad.
El papel que ha desempeñado la Masonería en Israel demuestra que, existiendo una base de racionalismo y humanismo, se puede edificar la convivencia entre grupos humanos separados por el idioma, la religión y la etnia. La Masonería israelí da prueba fehaciente de que la paz entre los pueblos no es una utopía, sino que sólo es preciso el esfuerzo individual de cada persona de buena voluntad, y el trabajo mancomunado de todos quienes desean construir un mundo mejor, de paz, libertad y progreso.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
*(Parte importante de este interesante texto ha sido elaborado a partir de una larga conversación con: León Zeldis Mandel 33º
LEÓN ZELDIS es Gran Maestro Adjunto Honorario del Supremo Consejo del Rito Escocés del Estado de Israel
Modificado el miércoles, 22 de abril de 2009