lunes, abril 24, 2006

Rol del Estado otra intereasante vision

Introducción
El tema del gasto público social en Argentina, comenzando el siglo XXI, es "el gran tema" del presente.
El fenómeno de la globalización ha determinado que los llamados países emergentes tengan que afrontar recetas de crecimiento de su competitividad en el concierto internacional, tratando de no olvidarse de los sujetos. Dichos sujetos, o sea la población, las personas concretas ... diariamente ven como el futuro se oscurece, ya que sólo se comprende el valor de la libertad cuando va acompañado de una buena dosis de igualdad.
En la lucha por alcanzar, simultáneamente, concretar los valores de la libertad y la igualdad, es fundamental definir el actual rol del Estado. Es indefectible partir del concepto de Estado, así como recorrer los distintos momentos hasta el presente.
El enfoque propuesto será desde la óptica del Desarrollo Humano, es decir en la expansión de las capacidades y oportunidades de las personas como elemento motorizador del bienestar social. Se parte de un pensamiento auténticamente antropocéntrico, o como lo definió Naciones Unidas en su conocida trilogía: desarrollo de la gente, por la gente y para la gente.
La intervención estatal en sectores sociales es un poderoso instrumento para incrementar la equidad y la eficiencia de la economía, y por lo tanto aumentar el bienestar de una sociedad.
De allí la importancia de un estudio actualizado sobre el gasto público social en Argentina.
Un estudio completo sobre el gasto social debería incluir aspectos referidos a la cuantificación, financiamiento y destinatarios de los gastos, como también la calidad y eficiencia de los bienes y servicios provistos. En este trabajo se avanza en algunas cuestiones, quedando pendiente otras como el abordaje de la calidad y la eficiencia, y la constatación de los bienes y servicios recibidos efectivamente por los beneficiarios.
La propuesta no es detenerse en la descripción acrítica de la situación social, sino avanzar en el complejo universo del Gasto Público Social, con un Estado en crisis.
Como concepto recíproco del Estado, la sociedad civil también está en crisis, y solamente con una visión integradora de los sectores, se podrán redefinir los diagnósticos y las acciones que conduzcan a un futuro mejor.
Además, para seguir una metodología de la realidad, se analiza el gasto publico social en la Argentina. Sería imposible pretender formular una teoría "general" del gasto público -si es social-, válida para múltiples espacios y tiempos.
Argentina no logra salir del subdesarrollo, pero no hay una sola Argentina. El patrón de desarrollo humano es profundamente inequitativo.
La Historia de este país explica la enorme cantidad de oportunidades perdidas. Las dicotomías recurrentes hicieron esta grave realidad.
Lo urgente es lo importante y lo importante debe ser urgente.
Por ser realistas no hay que caer en ningún tipo de pesimismo. Al contrario, una vez unificado el método de análisis y consensuadas las conclusiones, se comprenderán mejor los lineamientos de las reformas para salir de la decadencia.
La inversión en desarrollo humano es el Gasto Público Social ... como único camino hacia un futuro mejor.
CAPITULO 1
Conceptos Liminares
1. Origen del Estado, origen del capitalismo
Para comprender el origen del Estado y de las ideas que a él corresponden, hay que situarse en Europa, en el Renacimiento.
Durante la antigüedad y la edad media, el poder político se encontraba fragmentado entre numerosos depositarios, el feudalismo, como dice Hegel, era una poliarquía. El poder estaba limitado, en lo interno, por los señores feudales y, en lo exterior por la Iglesia y la pertenencia al Imperio.
La importancia de la Iglesia, en la persona del Papa, no era ciertamente por el carácter religioso. Su influencia se proyectaba poderosamente en el campo político y social.
La actual teoría justificadora del origen del poder político, es la soberanía popular.
Pero esto no siempre fue así, mas aún, durante milenios la única fundamentación posible respecto a la distribución del ejercicio del poder, fue el origen divino. Allí hay que buscar la gravitación de lo religioso, en el resto de la realidad social.
La economía durante el medioevo, era ciertamente precaria. Para los nobles y el clero, que eran los estamentos mas destacados, la riqueza era una consecuencia no especialmente buscada del poder. Con el advenimiento de la modernidad, se produjeron, casi simultáneamente, una serie de grandes transformaciones, cuyas repercusiones se proyectan hasta nuestros días. Se pasó de una economía basada en el trueque y en el valor nominal e intrínseco de los minerales y las especies, a una economía monetaria.
Apareció el dinero, y con él, el capitalismo. La nueva economía monetaria, basada en la posesión de valores representativos, permitió descomprimir el orden social estamental.
La estratificación de la sociedad medieval era absolutamente estática. Había diversa consideración jurídica de las personas, por eso los estamentos se mostraban como inalterables. Hacia el siglo XVI aparecen las clases sociales, tal como las conocemos hoy en día; dotadas de igualdad jurídica y con cierta movilidad social.
Uno de los más fenomenales subproductos del Estado moderno, es la burguesía.
En efecto, la irrupción de artesanos y comerciantes, amparados por nuevas tecnologías (como la imprenta que permitió ampliar el acceso al conocimiento), en núcleos urbanos y puertos, implicó que esta nueva clase social tuviera poder, desde el fenómeno de la posesión del capital monetario.
En el aspecto militar se produjeron significativos cambios, también a causa de los adelantos en la técnica de la guerra. Los pequeñas tropas propiedad de los caballeros, que eran mercenarios de los señores feudales que les contrataban, no eran suficientes para responder a las nuevas realidades. Estaba el problema de la falta de lealtad, y la falta de permanencia.
Los gastos que imponía esta situación exigen la organización centralizada de la adquisición de los medios para la guerra. De este modo, se puede afirmar, con Heller, que "la necesidad política de crear ejércitos permanentes dio lugar en muchas partes a una transformación, en sentido burocrático, de la administración de las finanzas’’
Se hizo necesario "algo" que permitiera la concentración del poder (militar, económico), es lo que desde Nicolás Maquiavelo denominamos Estado. La palabra designa con certeza algo totalmente novedoso en la historia del pensamiento político, apareció el Estado y su concepto recíproco: la Sociedad Civil.
Para llevar a cabo esa concentración de los instrumentos de mando, el Estado tiene que pasar a desempeñar diversas funciones. Algunas que antes estaban a cargo de los poderes locales y la iglesia; otras funciones que son totalmente nuevas. Es entonces cuando se manifiesta el carácter necesario de otro de los mas importantes subproductos que aparecen con el Estado y que define su perfil: la Burocracia.
Urge destacar el significado técnico elemental que el concepto de la centralización burocrática tiene. Con la burocracia se abrió el camino hacia la división del trabajo, se estableció la igualdad jurídica al crear un vínculo de súbdito general y unitario, el poder político pudo llegar a todos los rincones del territorio, y finalmente, se posibilita la formación consciente de la unidad del poder estatal (como la mas compleja y perfecta especie, dentro del orden de las sociedades)
Las profundas transformaciones que se producían en Europa hacia el fin de la edad media y que permitieron las condiciones para la aparición del Estado, también tuvieron repercusiones en el sistema jurídico.
En el campo del Derecho Privado, para lograr la unificación de los criterios en la función de juzgar, hubo que recurrir al único derecho cierto. El fenómeno de la "recepción" consistió en estudiar y aplicar el Derecho Romano, que tenía mas de mil años sin aplicarse. En efecto, durante la edad media no se conocían diferencias entre contrato y ley, entre derecho y juicio; había que eliminar la inseguridad jurídica.
Tenía que suceder algo parecido con las relaciones en las que interviniera la autoridad, y con el Estado moderno se crea el Derecho Público. Fundamentalmente en el área del derecho tributario, ya que debía estar normada la percepción de impuestos que el Estado necesita para su funcionamiento, y que la burguesía debe pagar.
2. Absolutismo Monárquico
Al comenzar la edad moderna en Europa continúan las monarquías y continúa el origen divino como fundamentación del ejercicio del poder político de esas monarquías.
Pero el carácter del poder ya no es impreciso e intermitente; por eso, luego del fin del medioevo y su sistema político (el feudalismo), aparecen en varias naciones, Estados monárquicos y absolutistas.
España, Francia, Inglaterra y Portugal, fueron los primeros Estados Modernos en consolidarse. A lo largo de los aproximadamente trescientos años que dura la edad moderna, la mayoría de las naciones europeas y varias americanas van a adoptar distintas fórmulas jurídicas, en las que plasman la unidad del poder político.
También se consolida el capitalismo como sistema económico, de tal suerte que nobles y burgueses acrecientan poder político y económico.
En Francia se vio el rostro mas clásico del absolutismo, con un Estado centralista y autocrático.
España y Portugal pudieron sostener los caprichos de la realeza gracias al interminable flujo de riquezas provenientes de las conquistas en América.
Bodin y Hobbes, fueron los mas conspicuos defensores del orden absolutista. Al primero le debemos la noción de soberanía, pensaba que sólo un Estado con una clase política fuerte podía apuntalar el poder del rey, frente a los peligros de la fragmentación por motivos religiosos.
Thomas Hobbes fue el creador de la doctrina de la razón de estado, y su positivismo jurídico lo vemos reflejado en el "principio de reserva" que luego va a ser incorporado en el artículo diecinueve de la constitución de la Nación Argentina.
¿Y qué pasaba con el pueblo? Aparentemente en estos primeros siglos de experiencia posfeudal, las principales preocupaciones estaban puestas en cómo conquistar y mantener el poder.
Luego, desde algunos seguidores del jesuita Ignacio de Loyola se comenzó, tímidamente, a postular aproximaciones teóricas acerca de cómo debe ejercerse el poder político; también se comenzó a hablar de lo que luego se denominaría Derecho de Resistencia.
La causa del ejercicio del poder seguía siendo Divina, pero se "autorizaba" la resistencia al tirano.
Pero, en general, no hay ninguna "cuestión social" en el pensamiento. Todavía va a pasar algún tiempo para que la burguesía pueda lograr conquistar derechos políticos de parte del Estado.
3. Estado de Derecho, el Constitucionalismo clásico
Hay tres grandes revoluciones políticas que marcan el derrumbe del orden monárquico y determinan el comienzo de la edad contemporánea.
La génesis del liberalismo político (y económico) hay que buscarla en Inglaterra. Fue este el primer lugar donde se venció la concentración del poder político en manos del monarca.
El siglo XVII es el siglo de las revoluciones "sin sangre". Hacia 1653 Oliver Cromwell elabora el primer instrumento constitucional moderno; que es mucho mas que la Carta Magna de 1215 (que era un contrato entre nobleza y burguesía, por el que se otorgan ciertos derechos políticos subjetivos por escrito). Es una regulación consciente y planificada de la estructura concreta de la unidad política y económica. En el "INSTRUMENT OF GOVERNMENT" su mismo nombre revela su esencia.
El caso de los Estados Unidos de América, es un tanto diferente. Ya en el siglo XVIII el proceso de emancipación de las colonias, fue mas una lucha por la independencia que una verdadera revolución contra el absolutismo. El aporte auténticamente revolucionario fue el sistema de gobierno, cristalizado en su constitución.
La idea moderna de la democracia es una creación prácticamente norteamericana, de allí surgen los elementos que luego van a aparecer como algo profundamente valioso en otras latitudes. Es el año 1776 y el origen del poder político ya es (podríamos decir) popular; es el primer ejemplo práctico de soberanía popular. También valen los aportes al federalismo, juicio por jurados, periodicidad en los mandatos, etc.
Sin embargo, entre estos tres ejemplos de fin del absolutismo, el caso mas simbólico, es sin duda el de Francia. Allí el gobierno de "los luises" había llegado a niveles insoportables de despotismo, dejando de lado no sólo al pueblo en general (también llamado tercer estado, o estado llano), sino también a la burguesía ... lo segundo, a fines del siglo XVIII, era mucho más grave que lo primero. La Burguesía urbana era quien sostenía la economía de la monarquía, y a sus caprichos.
Y pasó lo que tenía que pasar. Todos los excluidos del escenario político se juntaron y dieron para la historia el espectáculo revolucionario que marcó el fin de la edad moderna y su sistema político, aunque no de su sistema económico.
Curiosamente, no van a ser los revolucionarios del 1789 los que lleven a cabo las reformas jurídicas necesarias para dejar atrás al absolutismo. El breve gobierno de los distintos sectores en los que se dividieron los revolucionarios fue una terrible dictadura, basada en el terror y la venganza.
A principios del siglo XIX, otro monarca va a tener el rol de sentar las bases del sistema político y económico, que reemplace a tres siglos de opresión absolutista.
El emperador Napoleón -lo que es muy significativo- con su "CODE CIVIL" va a esparcir la semilla del Estado de Derecho.
Todo el constitucionalismo, que denominamos clásico o liberal, es básicamente una reacción anti-absolutista. Es decir un sistema de garantías, de libertades políticas y civiles, de protección a la propiedad privada ... que fundamentalmente la burguesía reclamaba, para protegerse ¡ del propio Estado ! .
4. Cóctel peligroso: Liberalismo individualista y Revolución Industrial
Junto a las tres revoluciones "políticas" que hemos repasado, hay que agregar otra que modificó para siempre a la historia de la humanidad: la Revolución Industrial.
Indudablemente, los aportes antes señalados, contribuyeron grandemente a la consolidación de las bases de un capitalismo amparado por las formas jurídicas, que permiten su expansión, sin el peligro de la intervención del poder político. De esta forma se consolidó, también, una filosofía individualista y un positivismo jurídico en la mayoría de los países europeos y en algunos americanos.
Pero, a mediados del siglo XIX, y de la mano de las grandes transformaciones tecnológicas, los modos de producción estaban a punto de cambiar.
Cambiaron los sistemas económicos y también cambió la sociedad. Se produjeron enormes migraciones hacia los centros urbanos, desplazamientos hacia donde se hallan las empresas.
Los cambios más significativos se vieron en la aplicación de la máquina a vapor, en la minería, la industria textil y los transportes.
La burguesía y la mayoría de los intelectuales estaban como "extasiados" ante la velocidad de los cambios.
Las constituciones y las leyes permitían, con su positivismo, que nada amenazara a los actores privados en su búsqueda por acrecentar su riqueza. Los grandes progresos tecnológicos prometían un futuro lleno de dichas y confort; se vivía una época de ciega fe en el progreso infinito.
¿Y el Estado? El Estado era un Estado mínimo, que debía limitarse a la aplicación del derecho civil, a la organización militar, y a muy pocas cosas mas.
Cualquier otra función que el Estado reclamara para sí, podía insinuar volver a la época reciente del absolutismo, que se había dejado atrás.
Por eso, este es un "cóctel peligroso". La combinación de los nuevos modos de producción derivados de la aplicación de las nuevas tecnologías, con un marco jurídico y político individualista, condujo a injusticias con los sectores mas desprotegidos de la sociedad. En un lapso relativamente breve, de unos cincuenta años, el mundo había cambiado mas que en milenios anteriores.
Es durante el siglo XIX, que a causa de los nuevos problemas, surge la sociología. Augusto Compte describe los cambios desde una perspectiva optimista; hace uso de los métodos científicos de las ciencias naturales.
Por el contrario, Karl Marx aplica la dialéctica hegeliana al análisis de las causas económicas de la historia, y sus conclusiones son mucho mas realistas.
La sociedad civil no era un todo armónico que se venía a conformar "automáticamente", en que el molesto Estado no debía intervenir. La sociedad civil real es como analiza Heller "un concepto histórico concreto, absolutamente dinámico dialéctico, y como sociedad de clases, contiene una buena dosis de opresión y desigualdad"
La realidad demostró que la libertad jurídica (libertad de contratar y propiedad privada) no alcanzaba para acercarse a la idea de la igualdad económica.
Como se verá infra, el sueño de concretar simultáneamente los ideales de libertad e igualdad, no es algo novedoso en la historia del pensamiento; por el contrario es una idea que tiene mas de dos mil años, surgida en el pensamiento griego estoico y cristalizada en los valores aportados por el cristianismo a la humanidad.
Ya en el año 1875, el jurista Rudolf von Ihering, anunciaba estas ideas: " Será necesario volver a pasar por duras pruebas, antes de comprender de nuevo por cuantos peligros amenaza a la sociedad el egoísmo individual libre de toda traba, y porqué el pasado juzgó necesario refrendarlo. La libertad individual ilimitada en las relaciones y transacciones sociales, es una prima concedida a la extorsión, una patente de corso otorgada a los piratas y a los bandidos con derecho de presa sobre todos aquellos que caen en sus manos ¡Hay de las víctimas! ¡Que los lobos reclamen esa libertad, se comprende; pero que los carneros les hagan coro, sólo demuestra una cosa: que son carneros ! "
Pareciera que el "príncipe del derecho" hubiera estado haciendo referencia al conocido articulo 1197 de nuestro Código Civil (que es aún más exagerado y absoluto que el propio art. 1134 del código napoleónico, que es su antecedente) cuando establece el principio de la autonomía de la voluntad, que establece: "Las convenciones hechas en los contratos forman para las partes una regla a la cual deben someterse como a la ley misma".
Así como la Revolución Francesa puso al desnudo las falencias del Estado Absolutista de la edad moderna -que a su vez había aparecido para superar la disgregación del feudalismo medieval -, la Revolución Industrial mostró la insuficiencia del "garantismo" del constitucionalismo clásico, de los liberales del siglo XIX.
5. Nuevos Roles: el Estado Social de Derecho
Se puede afirmar, contundentemente, que el concepto del Gasto Público Social, tanto en la teoría como en la práctica, surge con los nuevos roles que asume el Estado, a comienzos del siglo XX.
El constitucionalismo social no es contradictorio con las bases del liberalismo político; antes bien, hay que pensar en la evolución de las necesidades de la sociedad. Cada modelo de Estado responde a cada sociedad, por eso no hay dos estados idénticamente iguales.
Al comenzar el siglo XX, la situación social se hacía insostenible. Por eso, en distintas latitudes van a surgir respuestas similares ante la, ahora sí, cuestión social.
El constitucionalismo social mantiene, como afirma Vanossi, en pie los grandes postulados de la legalidad, de la representación, de la separación de los poderes y fundamentalmente de la defensa de la libertad como valor eminente y preeminente de la dignidad humana.
La primera época de estos nuevos roles del Estado, tiene dos antecedentes.
En 1917, la Constitución de la Revolución Mexicana, conocida como Constitución de Querétaro, por la ciudad en que se redactó. Fue la primera vez en que los principios económicos y sociales, que hasta ese momento sólo tenían tímido un rango legal, se incorporaron a una constitución.
La constitución alemana de 1919, la recordada Constitución de Weimar, significo un profundo intento, de la Social Democracia, de dar respuesta jurídica a la situación posterior a la primera guerra. Se estableció una república democrática con instituciones de hondo contenido reformista (como el Consejo Económico y Social).
El tránsito del Estado "abstencionista" o pasivo, que mantuviera el laissez faire, al que Carlyle definió como "anarquía con policías", hacia las nuevas formas que la sociedad civil reclamaba, no fue algo simultáneo en todas las latitudes.
Hay que reconocer que, en esta primera época, luego de los entusiasmos de las experiencias mexicana y alemana, a los que luego se sumaron algunos países de Europa como Austria (con el modelo de constitución diseñado por Hans Kelsen), Italia y Checoslovaquia; el constitucionalismo social sufría una regresión luego de la crisis del año 30, que afectó principalmente a los países de Europa continental.
Hubo países que no recibieron transformaciones constitucionales ni interrupciones institucionales. En Estados Unidos, con el "NEW DEAL" del presidente Franklin Roosevelt, sin las pretensiones teóricas que tenían los europeos, y haciendo uso de una interpretación dinámica de la Constitución de Filadelfia, los norteamericanos fueron los primeros en el mundo que reglamentaron el concepto de la seguridad social (en 1935), consagrando una nueva dimensión social de la libertad.
Hay una segunda época, que es mas trascendente. Después de la Segunda Guerra Mundial, con la derrota del Eje, se produjo un reordenamiento institucional en diversos países. Las convergencias o transacciones (no solo entre partidos sino también entre doctrinas e ideologías), permitieron el resurgimiento de lo que algunos denominaban Estado de Bienestar, otros hablaron de Estado Benefactor, quizá la expresión técnicamente mas precisa sea la ideada por Hermann Heller: Estado Social de Derecho.
La cruel realidad social, de la segunda posguerra, demostró prácticamente la necesidad de la intervención del Estado, en ámbitos hasta entonces impensados.
La coexistencia de ambos constitucionalismos -el liberal y el social- implicó que la libertad social ponía una suerte de marco, de límite, a la medida o intención que el ejercicio de la libertad individual tenía hasta este momento.
Con estas nuevas realidades y estos nuevos roles, cambió el enfoque teórico del Estado. Ya no se puede hablar de caridad, que es una actitud básicamente individual; tampoco de asistencialismo, que alude a un plan, pero parcializando a la sociedad.
Comienza a hablarse de seguridad social, solidaridad y gasto público social, como nuevos conceptos que parten de la base de la integralidad de la sociedad y de la persona humana; comienza a verse a Estado como responsable se proveer a la sociedad de un mayor número de funciones.
En Francia, las dos constituciones del año 1946, en Italia la constitución de 1948 y la Ley Fundamental de Bonn (Alemania) del año 1949, mostraron el camino de la práctica y la doctrina constitucional.
En general, en los ejemplos mencionados, se puede ver con claridad la confluencia, superadora de contradicciones secundarias, de las tres grandes corrientes ideológicas que ocuparon el escenario luego de la derrota del fascismo. Por un lado el Liberalismo laico, por otro la Socialdemocracia (o sea el Marxismo Reformista), y finalmente el Socialcristianismo o Democracia Social.
Es especialmente demostrativo el art. 3 de la constitución italiana, cuando establece "el deber del Estado de procurar la remoción de todos los obstáculos de hecho y de derecho que impidieran la igualdad de oportunidades, como forma de asegurar el efectivo goce de las libertades a todos los sectores componentes de la sociedad"
Ya a fines del siglo XIX, el 1ro de mayo de 1891, el papa León XIII publicó la encíclica "Rerum Novarum", haciendo referencia a las "cosas nuevas" que por entonces ocurrían y que se relacionaban muy especialmente con las condiciones de injusticia que rodeaban a los trabajadores de las economías recientemente industrializadas. Se puede afirmar que en esta encíclica se encuentran las bases de la denominada Doctrina Social de la Iglesia, y que considera que el Estado debe intervenir para poner remedio a los conflictos sociales. Al cumplirse cien años exactos, Juan Pablo II emite una nueva encíclica por esa razón bautizada "Centesimus Annus", donde se actualiza la doctrina teniendo en cuenta las condiciones nuevas, que en lo económico y social, muestra la actualidad.
La Doctrina Social de la Iglesia considera que la política económica de un país debe estar basada en la justicia, la cual en el campo económico, significa equidad. Ello implica a su vez, mayor igualdad en la distribución del ingreso y la riqueza.
Ludwig Erhard, es quien elaboró la concepción de la Economía Social de Mercado. En la cual se plantean los fundamentos económicos de un Estado democrático, que debe basarse en el principio de la libertad y del libre desplazamiento, y el deber del Estado es atender a que estos derechos fundamentales del hombre, parte activa de la economía, no se vean desvirtuados por asociaciones y acuerdos colectivos de tipo privado.
Respecto a los monopolios, Erhard profundiza " ... quien admita la competencia como elemento ordenador de la economía no puede rechazar este mismo principio de forma arbitraria, aceptándolo hoy y rechazándolo mañana por razones de oportunismo y conveniencia; para alardear luego, todavía con orgullo, de que esta falta de criterio pone de manifiesto un sentido de la realidad "
La idea que el Estado de Derecho liberal, correspondiente al constitucionalismo clásico, establecía, era un rol negativo para el Estado, es decir abstenciones para preservar incólumes los derechos civiles, políticos y la propiedad privada.
En cambio, además de las funciones anteriores, con el Estado Social de Derecho (o de Bienestar, o Welfare State), propio del constitucionalismo social del siglo XX, el rol del Estado es positivo, es decir interviene en la sociedad civil para asegurar el pleno desenvolvimiento de las instituciones que aseguren la autentica realización de los derechos de naturaleza social y económica.
6. Crisis y Globalización: el Estado Pos-social
El estancamiento de la economía mundial que se produjo en los años ’60 y la posterior recesión debida al notable aumento del precio internacional del petróleo en los primeros años de la década del ’70, provocaron dificultades fiscales crecientes en casi todos los países, originando desequilibrios presupuestarios que se debieron tanto a la disminución de los recursos (ingresos), como al aumento de las demandas sociales, en virtud -precisamente-, de la crisis económica.
El problema se agudizó con el paso del tiempo, principalmente donde se apeló a la utilización del empleo público, para paliar los efectos de la desocupación, y a la falta de eficiencia de la burocracia del Estado.
En verdad, se produjo un cambio cultural, que llevó a gobernar a quienes prometían abocarse a disminuir el gasto público. Distintos sectores que habían aceptado de buen grado la actividad del Estado, como tendiente a asegurar la atención de la salud, la educación y la seguridad social; comenzaron a interpretar que su intervención era ya innecesaria e ineficiente.
El mercado comenzó a constituirse en la "piedra angular" de la construcción de la sociedad ... incluso era el único que garantizaba la libertad y el desarrollo.
Algunos hablan de neoliberalismo (o de ortodoxia), cuando en realidad de nuevo no tiene nada. Mas correcto y concreto es pensar en el retroceso de la humanidad en la historia, hacia el liberalismo -posterior a la Revolución Francesa-, que había sido una reacción antiabsolutista, e intentar hacer de cuenta que no existió ni la Revolución Industrial, ni por supuesto, la internacionalización de los mercados de capitales.
A este panorama, se agregó la denominada globalización. Pretender definir este concepto cultural, tan cotidiano, no es tarea sencilla. Introduce Hugo Lafaye "como las comunicaciones hoy han achicado y empequeñecido al mundo, toda actividad sino lo está, tiende a globalizarse"
Durante sus comienzos la Globalización fue reducida a una sola esfera , la económica. La caída de los regímenes comunistas, el triunfo de concepciones ultraliberales, hizo ver tal proceso de manera lineal, destacando solamente dicha dimensión, descuidando otros aspectos socioculturales implicados en este proceso, a saber, las dimensiones ecológica, tecnológica, política y social.
El sociólogo alemán Ulrich Beck distingue, por su parte tres conceptos diferentes, que producen confusión: globalismo, globalidad y globalización.
Someramente, designa como globalismo la concepción señalada anteriormente, la cual habla únicamente de la dimensión económica, de mercado mundial, sin tener en cuenta los otros aspectos quizás más importantes de ésta etapa histórica.
Por globalidad entiende al fenómeno abarcativo de la sociedad mundial, en la cual ningún país, grupo, localidad, etc, pueden vivir al margen de los demás.
Por último habla de globalización de procesos, en virtud de los cuales los Estados nacionales soberanos se entremezclan mediante actores transnacionales, y por tanto sus respectivas probabilidades de poder, orientaciones e identidades y entramados varios.
Beck plantea que existe una afinidad entre las distintas lógicas de las globalizaciones ecológica, cultural, económica, política y social que no son reducibles -ni explicables- las unas a las otras, sino que, antes bien, deben resolverse y entenderse a la vez en sí mismas y en mutua interdependencia.
Las 8 razones que aduce (Beck) que hacen "irrevisable" la globalidad existente, son:
El ensanchamiento del campo geográfico y la creciente densidad del intercambio internacional, así como el carácter global de la red de mercados financieros y el poder cada vez mayor de las multinacionales.
La revolución permanente en el terreno de la información y las tecnologías de la comunicación.
La exigencia, universalmente aceptada, de respetar los derechos humanos; también considerada como principio de la democracia.
Las corrientes icónicas de las industrias globales de la cultura.
La política mundial posinternacional y policentrica: junto a los gobiernos hay cada vez mayores factores de poder (multinacionales, organizaciones no gubernamentales, Naciones Unidas)
El problema de la pobreza global.
El problema de los daños y atentados ecológicos globales.
El problema de los conflictos transculturales -en lugares concretos- .
La mundialización en curso ha permitido, por una parte, el acceso a niveles de desarrollo superiores a todo lo conocido en el desarrollo histórico de la humanidad. Pero, al mismo tiempo, resulta evidente que la distribución de los beneficios no ha sido equitativa. La desigualdad reinante se revela en la brecha creciente entre países ricos y pobres (y entre los ricos y los pobres de cada país), en la vulnerabilidad de las economías nacionales, en el desempleo como un mal extendido.
El mundo afronta, además, otros problemas. A los conflictos étnicos y culturales -reactivados por el florecimiento de los micro nacionalismos, que aparecen como la contracara paradójica de la globalización-, se agregaron los problemas ambientales, y recientemente, las nuevas formas del terrorismo.
La conciencia mundializada de hoy, pide soluciones en cuestiones que ningún Estado por sí solo puede resolver.
Socialmente el mercado nunca alcanzó a "salpicar a todos". Los teóricos de Chicago de la economía, a comienzos de la década de los ’80, hablaron de un efecto cascada; donde se partía de la base de que la acumulación de la riqueza en pocas manos, tarde o temprano, se iría distribuyendo hacia abajo (como una catarata).
En Argentina, ese "derrame" de los beneficios del crecimiento económico, fracasó del mismo modo que en otras partes, incluidas las experiencias de Inglaterra en los ’80 y la mas reciente de los Estados Unidos.
Tal como plantea Roberto Bouzas, "aún no ha llegado el fin de la historia y por esa razón, las políticas locales y los esfuerzos de integración continúan ocupando un lugar central", y las políticas públicas continúan teniendo una base eminentemente nacional y se implementan por autoridades cuya fuente de legitimidad es local. Con Bouzas, se aprecia que con la globalización se produce el agravamiento de la tensión entre la estructura de la representación y el alcance crecientemente global de los mercados. Consecuentemente, tanto desde el punto de vista del Estado, como de las empresas privadas, quienes administran mejor tienen mas posibilidad de explotar los beneficios de un mundo mas integrado.
El entorno internacional y la globalización ofrecen múltiples oportunidades (mas condiciones de acceso a mercados menos segmentados o restringidos, debilitamiento de oligopolios, acceso a mayor variedad de recursos financieros, etc.). pero estas oportunidades sólo son potenciales, y la capacidad de aprovecharlas está distribuida heterogéneamente entre los distintos países.
La Argentina de los ’90, es un ejemplo de falta de capacidad para aprovechar los beneficios del crecimiento, en un mundo globalizado.

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