domingo, junio 21, 2009

La verdad

En nuestra vida cotidiana, estamos todo el tiempo en contacto con conceptos, información e ideas, que cobran valor dependiendo de su mentira o verdad.
Este contacto, provoca una realidad que ingresa en nuestro intelecto y por medio de la inteligencia, la razón y el juicio forman un resultado que luego se convertirá en nuestro pensamiento, que más tarde podrá ser comunicado o aguardará en nuestras mentes.

Dependiendo del proceso mental que hagamos se podrá obtener un resultado superficial o profundo.

Por ejemplo:

Muchas veces en nuestro lenguaje, y por consiguiente en la composición de nuestro discurso en general, utilizamos palabras y conceptos de manera superficial como para componer una frase sin darnos cuenta de la profundidad que ciertas palabras puedan llegar a tener. Esta superficialidad, provoca a veces que nos autoengañemos (y nos engañen) desarrollando significados que no siempre son los apropiados.
En este caso particular, cuantas veces hemos dicho frases como “Es verdad”, “Es cierto” o “Lo que realmente pasa es esto o aquello”.
Estos conceptos recién nombrados que tienen como protagonista a la verdad, la afirmación y lo positivo, son oraciones con un significado absoluto sobre algo.

¿Acaso nunca nos hemos preguntado si la verdad es realmente un absoluto?

Según el diccionario de la Real Academia española, la palabra “verdad” tiene 7 definiciones, 6 corresponden a interpretaciones y una a la palabra realidad, de la cuál se desprenden otras 21 interpretaciones.
De las primeras definiciones, rescato las siguientes:

VERDAD:

“Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente”

“Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o piensa”

“Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente”

En los 3 ejemplos, se destaca el papel del juicio de la persona que formula un pensamiento sobre una cosa, es decir, la subjetividad que hay a la hora de atribuirle la verdad a algo, ya sea porque sus sentidos se lo dictan, o por concordancia ideológica o porque no tiene con que negarlo.

La pregunta ¿Qué es la verdad? ha sido tema de debate de la raza humana desde tiempos inmemorables, en donde teólogos, filósofos y lógicos han tratado de darle respuesta, asimismo las ciencias y las practicas sociales suelen a menudo tener métodos propios para alcanzar “respuestas verdaderas a sus problemas”.

El ser humano busca la verdad mediante el ejercicio racional, que es acertado en mayor o menor medida y cree alcanzar el objetivo (la verdad), respondiendo a su instinto o felicidad interna de que la respuesta que ha conseguido es la que lo deja más satisfecho.

En la lógica, se utilizan las proposiciones, que son afirmaciones que mediante métodos prácticos alcanzan mayor o menor grado de certeza, un ejemplo de ello son las matemáticas.

Para la teoría de la adecuación, la verdad se alcanza en tanto y en cuanto el entendimiento de una persona encaje con el entorno que esta analiza, es decir, cuando se adecúan.

Sin embargo, para el filósofo Martin Heidegger y su teoría del Dasein (que traducido del alemán significa: “ser” “ahí”), verdad, ser y hombre son inseparables, es decir, existe la verdad porque hay un hombre que es y otorga atribuciones al entorno que lo convierte en verdades o mentiras. Contrariamente a lo que decía Descartes “pienso, luego existo”, para Heidegger se piensa porque primero se existe, se és, se está en este mundo.
A partir de esta afirmación, de que la verdad es una cualidad que construye el ser humano, surgen las diferentes teorías sobre la verdad:

Retomando la teoría de la adecuación, el intelecto humano debe adaptarse a la realidad del mundo por medio de la utilización lingüística, en que se construyen proposiciones sobre hechos, como por ejemplo: “El cielo es azul”, la realidad es una sola y el ser humano construye los conceptos de “Cielo” y “azul”, es decir, que adecua simbólicamente el mundo a un entendimiento y a partir de allí crea verdades.

En la coherencia, una afirmación es verdadera si se adapta a las reglas, como por ejemplo 2+2 es igual a 4, la verdad está condicionada por las reglas matemáticas.

En el consenso, una verdad es tal si es aceptada por una mayoría, como por ejemplo los paradigmas en las ciencias, en que un modelo es verdadero si es aceptado por una comunidad.

El criterio de la evidencia sostiene que una cosa es verdad si esta excedida de obviedad para la persona, como por ejemplo “ahora estoy caminando”. En el criterio de la evidencia también juega un papel fundamental la subjetividad del individuo, ya que decir “Dios existe” será solo evidente para quien así lo crea.

A partir de este recorte de teorías sobre la verdad, surgen dos enfrentamientos fundamentales para el entendimiento de este concepto:
El primero es la objetividad contra la subjetividad: las verdades subjetivas, son aquellas afirmaciones que tomamos como verdaderas dependiendo de las cualidades del sujeto, como por ejemplo los gustos. En cambio las verdades objetivas, son aquellas que se separan del sujeto y son respaldadas por la ciencia, pero que sin embargo no son reveladas, como por ejemplo la ley de la gravedad, sabemos que en el planeta hay una gravedad que nos atrae, pero lo sabemos hasta el punto de que en el mundo hay seres humanos y objetos para ser atraídos.

El otro enfrentamiento es entre la verdad relativa y la verdad absoluta. La verdad relativa, depende del punto de vista del sujeto, como por ejemplo un objeto que esta a mi izquierda, para otro sujeto que este en posición contraria estará a la derecha.
Finalmente, llegamos a las verdades absolutas, que no son otra cosa que las afirmaciones que ciertas culturas atribuyen como verdaderas sin lugar a la refutación, como por ejemplo las verdades religiosas o las leyes científicas, muchas veces condicionadas por el fanatismo y el descarte de otras afirmaciones diferentes.

Dadas las siguientes afirmaciones, entonces…

¿Qué es la verdad?

¿Cuál es la verdad?

Y

¿Dónde está la verdad?

Así como el significado de la verdad ha sido tema de debate por milenios, la búsqueda de la verdad ha sido uno de los principales motores de avance en el tiempo de las sociedades humanas.
En la edad media occidental, la sociedad estaba regida por el teocentrismo, el hombre no se hacia preguntas porque tenía las respuestas, y más aún, la respuesta era una sola: el poder divino.
Bajo esta afirmación, el hombre vivía en un plano existencial de comodidad, al no tener preguntas no se le planteaban problemas, todo era perfectamente explicado pero sin saberlo sacrificaba la evolución de sus ideas, lo que le valió un estancamiento intelectual de aproximadamente 12 siglos.
Ya en la edad moderna, el hombre comienza a hacerse preguntas, partiendo de la base de ¿Cómo puede haber un poder divino, si quienes propagan las ideas divinas no son seres divinos sino hombres?
A partir de allí el hombre se decepciona, todo lo que a su alrededor consideraba como verdad ya no era de esa manera y las preguntas comenzaban a surgir con el afán de encontrar las explicaciones, de encontrar la verdad.
Durante los siglos que duró la edad moderna, las sociedades occidentales motivadas por la búsqueda avanzaron en el campo de las ideas, las ciencias, la sociedad y la política.
Es en esta época en donde a la verdad se la comienza a relacionar con el poder.

El poder, puede definirse como “la fuerza de ser capaz de…”
Según la sociología, el poder “es visto como un conjunto de formas de constreñir la acción humana, pero también como lo que permite que la acción sea posible, al menos en cierta medida”.
Según Robert Michels (continuador de los trabajos de Michel Focault), en la modernidad y posmodernidad hay una tendencia a que el poder lejos de ser repartido se concentre en minorías tales como instituciones o grupos.
Lo que no se debe confundir, es la naturaleza del poder, el cual no actúa mediante la coacción sino a través del consenso y la imposición legitima, por la cuál, un dominado se deja dominar o se le imponen voluntariamente cosas que va a asimilar como naturales.

Por su parte, para Michael Focault la dominación mediante el poder no se basa en el forzar, sino en formas de hacer que la gente se comporte de la manera, en que quien tenga el poder quiera. Focault también analiza la relación entre poder y conocimiento asociado a los sistemas de creencias y de credibilidad, en tanto que los sistemas de creencias adquieren el poder sobre una sociedad cuando esta ultima primero cree y luego atribuye el sentido de la verdad a quien tiene el poder.
Hay 5 bases de poder, de las cuáles me centraré en una: la del poder legitimado.
El poder legitimado se refiere a la posición u obligaciones que el poderoso tiene sobre una comunidad o persona. La persona sometida a este poder cree y atribuye credibilidad y sin uso de la fuerza se somete.

Surge aquí la pregunta: ¿Cuál es entonces la relación entre la verdad y el poder?

Friederich Nietzche nos habla de dos voluntades: la de verdad y la de poder.

En la voluntad de verdad, se refiere a la necesidad del ser humano de ir en búsqueda de la verdad que lo satisfaga, de “verdades cada vez más verdaderas”. El ser humano se decepciono ante la verdad divina, entonces fue en búsqueda de la verdad filosófica, que no dejándolo conforme fue a buscar la verdad mediante la ciencia.
Nietzche se preguntaba para que quería el hombre tanta verdad, y llegó a la conclusión de que el hombre crea objetivos palpables para justificar la búsqueda, pero el fin es uno solo: alcanzar el poder, encontrar y apoderarse de la verdad es solo un medio para alcanzar el poder.
Para Nietzche, la verdad no existía, lo que existían eran interpretaciones sobre los hechos, por cuanto un hecho es verdadero cuando sucede, pero el ser humano crea su propio juicio sobre ese hecho transformándolo en una verdad propia a través de su lenguaje, una mera reproducción de sonidos que traduce su pensamiento y razón. En esta transformación, el ser humano realiza un recorte de la realidad, el resultado final será su verdad propia.
Entonces ¿habrá en el mundo tantas verdades como interpretaciones haya?
Es aquí cuando entra la voluntad de poder: para Nietzche, esta cualidad del hombre se refiere a la voluntad innata que el ser humano tiene de acumular poder con dos objetivos, uno es el de dominar y el otro es el de no perder lo ganado, por cuanto el hombre acumule más poder protegerá de una manera más fuerte lo ya alcanzado.
El filosofo alemán también decía a modo de ejemplo que Aristóteles o platón decían la verdad, pero también mentían, todo dependía del contexto histórico delimitado por quien tenia el poder.
Entonces, una manera del ser humano de satisfacer su voluntad de poder es mediante el encuentro con la verdad, que como ya he dicho, es un medio para alcanzar el poder. La verdad supone información, supone un bien de valor, ¿pero si hay tantas interpretaciones, entonces quien tiene la verdadera verdad?
Nietzche lo responde en una frase: Quien tiene el poder tiene la verdad.

Quien tenga el máximo poder en un conjunto social, tendrá la susodicha “fuerza de ser capaz de…”, tendrá el consenso de esa comunidad que mediante la legitimación le atribuirá credibilidad, y entonces la verdad que ese poder genere no será discutida o será minimamente cuestionada.
Como he dicho, en la edad media la verdad era divina y Aristóteles y platón mentían porque el poder de aquel momento afirmaba así era, y la sociedad creía en ello.

¿Qué consecuencias provoca la relación entre verdad y poder?

En nuestra sociedad por ejemplo están legitimados los 3 poderes de una república democrática: el legislativo, el ejecutivo y el judicial.
Paralelo a ellos existe el llamado cuarto poder representado por los medios de comunicación.
Los 3 poderes institucionales pertenecen al estado, el cuarto poder a privados.
El estado hace unos años tenia el control de variados medios de comunicación como eran la televisión y la radio, nunca los diarios.
Hoy, la mayoría de los medios de comunicación pertenecen a privados, pero he aquí un punto que merece ser visto.

Con estos cambios de propiedad en el cuarto poder ¿Por qué de todos los soportes comunicacionales, el diario siempre ha marcado la agenda informativa y gozado de la mayor credibilidad?

La respuesta es que siempre ha estado en manos privadas e independientes del estado, a lo largo de los años a ganado más credibilidad que cualquiera, acumulo poder y ha generado una verdad que la sociedad cree.

Por la madrugada una noticia sale en la tapa de un diario, por la mañana se comenta en una radio AM y en otra FM, durante la tarde se complementa en los medios digitales y por la noche se arma una mesa debate en un canal de televisión.
Todos los soportes antedichos pertenecen a un solo poder que tiene “la fuerza de ser capaz de…”, goza de credibilidad y legitimidad social.

Quien tiene el poder, tiene la verdad, porque la verdad absoluta no existe, solo existen interpretaciones y la interpretación que se alze sobre las demás esa será la verdadera, este alzamiento dependerá de quien tenga el poder.

Muchas veces vemos pero no observamos, oímos pero no escuchamos, tocamos pero no sentimos, decimos pero no hablamos, pensamos pero no razonamos.
Muy a menudo sin darnos cuenta nuestros sentidos son engañados, no solo por ignorancia del hombre, sino por fuerzas que exceden nuestros espíritus.
Estas facultades nos pueden permitir ir más allá de lo superficial que decimos y vemos a nuestro alrededor. Que la verdad sea una mera interpretación y que sea verdad porque hay un poder que así lo quiere no debe ser impedimento para que nuestras facultades desarrolladas vean más allá de esas afirmaciones que pretenden engañarnos haciéndonos creer que es algo natural.
He hablado en este trabajo de mentira, verdad y poder, tengo la fé de que con una efectiva utilización de nuestros sentidos y facultades podemos pensar, ser inteligentes y desarrollar un sentido crítico que nos permita continuar con la búsqueda de la verdad, una búsqueda con un resultado más allá que el de la repetición de las verdades declaradas y que nos permita elaborar nuestro propio juicio e interpretación de las cosas.
Dejo la puerta abierta para algo de lo que no hable y de lo cuál estoy confiado que siempre nos iluminará: la duda.
Teniendo la capacidad de dudar, nunca dejémonos de hacernos preguntas, de si esto o aquello, será realmente verdad.

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